Discípulos y Misioneros

Cristo es la exigencia de la vida cristiana
¿Qué es ser discípulo misionero?

Ser discípulo misionero implica estar llamados por el mismo Cristo, el cual sus seguidores a de enfrentarse con alegría a las situaciones que convergen la vida cristiana, en los tiempos concretos hoy. Este discípulo misionero pone como punto de partida la fe, la esperanza y la caridad en toda la labor evangelizadora. Los presupuestos han de efectuarse en los que desean con plena libertad pertenecer en la tarea evangelizadora, precisamente se vincula con el llamado de Dios, la respuesta a Dios, para un servicio pleno en el amor.

Todo bautizado recibe de Cristo, como los Apóstoles, el mandato de la misión: “Vayan por todo el mundo y proclamen la buena nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará” (Mc 16, 15). Pues bien, ser discípulos y misioneros de Jesucristo y buscar la vida “en Él” supone estar profundamente enraizados en Cristo[1].

Hay que dar cuentas
Dar cuenta de que vivimos el evangelio supone un estado de felicidad desbordante, no puede ser de otra manera. Ser feliz porque hemos encontrado el sentido máximo de nuestras vidas. El que conoce a Cristo vive, plena  y conscientemente, el don que le ha sido dado. Predicar a Jesús con la propia felicidad es un estimulante efectivo para el que da y el que recibe el mensaje[2].

 Convicción en Jesús
En pocas palabras creer en Jesús es seguirle. Y esto es precisamente la vida cristiana: escuchar y seguir a Jesús de Nazaret. Pues ser convincentes en la vida cristina no solo implica seguir reglas de vida, ni tampoco solo se trata sólo de imitar al Señor, sino de compartir con Él su destino, siguiéndole por el camino de la vida, participando  de su misma misión. Y Jesús, lo mismo que un día llamó a sus primeros discípulos junto al mar de Galilea, sigue llamando a su seguimiento. Y no se cansará de seguir llamando a colaborar en la misión evangelizadora[3].

Seguir a Jesús es vocación cristiana

Seguir a Jesús es una llamada a la vida cristiana, totalmente al seguimiento de Jesús, ya que es Jesús mismo quien se nos hace a cada uno de nosotros personalmente y la llamada viene del mismo Jesús, más no es propuesta de hombres que buscan réditos, es el mismo Jesús quien busca para ofrecer todo a cambio de cultivar en nosotros una vida de santidad desde el servicio concreto. Por lo tanto la respuesta la hemos de dar cada uno de nosotros de forma individual, sin que nadie pueda hacerlo por cada cual, pues es a un seguimiento, que significa una entrega a Cristo incondicional y totalizante: se trata de decirle a Jesús que sí y a lo que sea, sin hacer muchos planes. Es tomar la cruz del Señor; “Si alguno quiere ser mi discípulo tome su cruz y sígame “.Es dejar nuestra vidas en sus manos, sin restricciones, y esto: el entregarse a Él, es muy serio. Porque a lo que Jesús llama es a asumir su propio camino, su propio destino, un destino que es el de la solidaridad con todos los pecadores hasta sufrir y morir con ellos y por ellos.

¿En dónde inician su camino los discípulos misioneros?
Pues se debe considerar que la misión está implícita en toda la Iglesia, pues en la iglesia doméstica como diría el Papa Juan Pablo II, que debe partir su iniciación en la evangelización, ya que allí se cultivan todos los valores cristianos. Posteriormente la sociedad cristiana ayudará al compromiso cristiano. Cabe recordar que la misión hoy se encuentra asediada por diferentes corrientes que ponen como centro al hombre, y no a Cristo como el que nos enseña la verdadera vida y que nos enseña a ser mas humanos entre nosotros. Pero a pesar de ello la misión de Cristo sigue remando contracorriente, el cual sintoniza una eficacia en el amor pleno que nos tiene a todos, a pesar del pecado.

¿Para qué ser discípulos misioneros hoy?

Como en todos los tiempos siempre la presencia de Dios enfrenta a una humanidad enraizada en el egoísmo sin reconocer su verdadero origen, haciéndose autosuficiente. Por ello hoy surge una sobrevaloración de la subjetividad individual. Independiente de su forma, la libertad y la libertad de la persona son reconocidas. El individualismo debilita los vínculos comunitarios y propone una radical transformación del tiempo y del espacio, dando un papel primordial a la imaginación. Los fenómenos sociales, económicos y tecnológicos están en la base de la profunda vivencia del tiempo[4].

Por lo tanto ser discípulo misionero se efectúa en el llamado de Cristo y que ha este llamado hay que ser obedientes en el servicio del amor a todos los pueblos desde la función específica que desempeñemos dentro de la sociedad. Esto pues nos enseña a ser convincentes con la vida que desarrollemos en la sociedad, ya que la vida cristiana debe enseñar a ser modelos de auténticos de Cristo al servicio del Evangelio.













BIBLIOGRAFÍA 


[1]http://www.pastoralfamiliarsalesiana.com/index.php?option=com_content&view=article&id=131:vivir-en-cristo-2&catid=54:vivir-en-cristo&Itemid=95
[2] http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=3194
[3] http://www.pastoralfamiliarsalesiana.com/index.php?option=com_content&view=article&id=131:vivir-en-cristo-2&catid=54:vivir-en-cristo&Itemid=95
[4] CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Documento Conclusivo de Aparecida, Editorial San Pablo, Aparecida, pág. 32-33.

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